Echo de menos las tardes de verano, cuando me paseaba perezosamente entre las calles ardientes y el calor se enroscaba en mi cuerpo, las dulces caricias del sol mezcladas con las tuyas, los helados de limón, volver a casa cuando despunta el alba, cuando parece que no existe nadie más y soy dueña del mundo.
¡Bendito verano!
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