Es tan breve que el verdadero sentimiento se queda siempre a las puertas de la conciencia.

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jueves, 8 de octubre de 2015

Era el hombre del tiempo, y como siempre se ha dicho: el tiempo está loco. Cuando se enfadaba era una tormenta descontrolada, truenos y relámpagos salían de su garganta, a su alrededor me sentía como un pararrayos; cuando estaba triste le aparecían nubes negras anunciando lluvia en las pupilas y era capaz de desatar el diluvio universal en el salón, haciendo que el gato se subiera de un salto a la lámpara. A veces, también era una soleada tarde de verano y su sonrisa olía a hierba recién cortada, su risa sonaba como el tintineo de los hielos en un refresco. Pero la previsión meteorológica a menudo falla, así que te ponías un bikini pero te llevabas un paraguas.

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