Es tan breve que el verdadero sentimiento se queda siempre a las puertas de la conciencia.

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jueves, 4 de diciembre de 2014

La primera carta de amor

A mi amante esposo:
Me olvidé de decir te quiero, te lo escribo ahora para que quede prueba, para que puedas tocarlo y olerlo, y pensar:  esta carta es amor. Es lo único de valor que tenía, ahora es tuyo, ya no lo necesito. Dile a Candela que a ella también la quiero, pero que no le dejo nada, que en la sangre me la llevo. No podía quedarme, no podíais creer que me quedaría.
No te olvides de regar las rosas, o mejor, que lo haga Candela. Ojalá ambos os sintáis culpables y miserables, y vuestros corazones se retuerzan tras vuestras costillas, como lo ha hecho el mío. Quiero que guardes mis libros en cajas, tal vez mande a alguien a por ellos.
Si resulta ser una niña quiero que le pongáis el nombre de su abuela, díselo a Candela, esa niña tiene que llamarse como mamá. Espero que seáis muy felices, pero todavía no. Sobretodo los de poesía.
He estado hablando con un abogado, la semana que viene te mandaré los papeles del divorcio, mi segunda y última carta de amor. No voy a volver, no pronto al menos, incluso diría que nunca, pero me reservo el derecho a cambiar de opinión, algún día.
Saludos,
Anabel